Un posible
escenario futurista de ficción política es China y Rusia aliados en un futuro
cercano, torciéndole el brazo a occidente. Occidente (USSA) tiene el poder
militar, pero se rehúsa a usarlo a gran escala. China y Rusia tienen las
riendas de los mercados. Combinados, pueden hacer caer a los bonos del tesoro.
Pueden empezar, si quieren, con los de Freddie y Fanny. China es la segunda
economía del mundo. Rusia la octava. Tienen ambas enormes reservas de oro. Son
vecinas. Son extensísimas territorialmente. Son enemigas históricas, lo que
constituye una baza importantísima de occidente. Pero eso puede cambiar. No
tienen por qué ponerse de acuerdo en todo. Pueden tener una alianza financiera,
o monetaria. Caso a caso, nomás, pueden coordinarse para actuar en el mercado
financiero. Gradualmente, pueden avanzar en el escenario geopolítico. Como
Rusia recuperó Crimea, China puede tomar las islitas disputadas con Japón
primero. Luego tomar Taiwán, por qué no. Hong Kong ya está en el bolso.
Imaginar
este mundo. Un mundo en el que Rusia y China, combinados de manera
extraoficial, ponen de rodillas a USSA, poquito a poco. En principio veo como
inevitable la reacción militar de USSA, ya que ése es el recurso que le queda.
No es creíble que el complejo industriomilitar se entregue sin pelear. Pero hay
argumentos a favor de que sí ocurra. Un ejemplo reciente es la implosión de la
URSS. Potentísima militarmente, igualmente cayó. Y cayó de manera incruenta.
¿Por qué? Porque se compensó a los militares de alguna manera. Los magnates
militares se transformaron en la oligarquía mafiosa rusa.
De más está
decir que el oro sería un arma central de esta embestida rusochina. Una moneda
conjunta basada en oro sería un golpe potentísimo. Claro, el asunto está en el
límite. El negocio del eje asiático es mantener la batalla a nivel financiero.
Empujar y ganar territorio, pero no hacer que USSA y NATO recurran a la guerra
a gran escala.