martes, 20 de diciembre de 2011

ACTOR DE OFICIO

La prensa mencionó varias ramas de actividad con representación en la planilla del PJ, y sin la más remota utilidad para la institución, y por ende para la ciudadanía, que paga, pagó y pagará. Me voy a la redacción del diario, pregunto por el informante. Me apersono en el PJ, voy a la oficina de personal, y consigo el dato añorado. Digamos que este señor es geólogo, y que se llama Feliciano L’Avantage (léanlo labontáy, con la y griega sonando como en Yapeyú). Cobra $45.000 todos los meses de Dios. Y, claro, no labura. ¿Qué va a hacer, pobre cristiano? ¿Analizar los 160 tipos de granito una y otra vez, hasta agotar estoc? Se queda en la casa como Dios manda, y pasa a cobrar todos los 29, salvo en el mes de febrero.
Resulta que soy un tipo simpático, convincente, y logro enterarme de que el Feli fue designado por Resolución No. 2564/86 de la Comisión Administradora de la Cámara Baja, del 2 de octubre de 1986.
Estoy bastante en el asunto, sabés, y entonces sé que tengo que agotar la vía administrativa antes de ir a tirarle del saco al titular de la sede. Lo dice la Conti, lo dice el decreto 500. Amparado en mis múltiples derechos, voy a recurrir. Pero, ¡ay qué dolor!, se me vienen los escollos encima.
Yo tengo derechos a rolete. Tengo ganas. Tengo huevos. Tengo argumentos, mayoría de edad, y no soy incapaz. Sin embargo, no puedo hablarle con mis manos al Estado. Necesito un intermediario, como el que exige Dios para oír nuestros pecados. Uno de sotana, otro de toga.
Salgo disparado, entonces, a buscar al boga. Y empieza la peregrinación. Al tercer NO paso a tener conciencia de mi osadía. Me estoy metiendo en la boca del lobo. Tanto, que ninguno de estos médicos de los derechos atiende su juramento hipocrático y acepta encargarse de mi ciudadanía enferma. Me sonríen, perdonavidas. No tienen tiempo. No tienen experiencia. No tienen perspectivas de ganar. No tienen huevos. Y no tienen por qué: es mi batalla, mi delirio. Ellos no van a firmar, pero ni siquiera su prestigio o su dirección quieren poner en juego. Tendría que tener una fortuna para comprarme un patrocinador. Y después tendría que enseñarle lo que tiene que hacer, porque el que ha estudiado el asunto obsesiva, compulsivamente, soy yo, digo es yo. Y no soy ninguna luminaria, pero tampoco soy tarado.
Cansado, me acerco al juzgado. “Defensor de Oficio”, reza sobre la puerta, bajo el óvalo con el número de UTE del apartamento.
- No, no, señor mío. Usted no leyó bien. Lo que usted está buscando es un actor de oficio. Y de eso, no hay. Tenga usted muy buenas tardes -, terminó, porque era de tarde. Tenía un ojo desviado, manchas de café en el buzo de lana tejido, escote en ve, barro o estiércol bajo las uñas, y aliento de estreñido. Pero igualmente me destrató.
No me sobra la guita, pero no soy indigente. Al menos, no tanto. Me pago un avisito en el gallito: “Abogado/a altruista/o se busca, para tarea humanitaria peligrosa”. Y aparece. Sí, aparece. Un ángel canoso, con las alas por adentro del sobretodo Harry’s Tweed.

Vive en una cabañita con techo de chapa al norte del Polo. Sin tele ni teléfono. Con una torta de libros y una salamandra. Y un PC aún en DOS. No me va a cobrar, porque no puede cobrar: es jubilado. También es aventurero, y tenista. No como pago sino porque quiero, le voy a dejar en préstamo el ciclomotor. Y el movipobre, también, así puedo llamarlo. Si es que, claro, acepta patrocinarme. Después de hablar de política, Spinoza, Plotino, Kant, Julio Sosa, Satie, Chet Baker, Lelouche, Tarantino, Tahl, Sampras y Chevantón, y de política, le dejo los papeles, para que se entere. “Dormí bien, Tomás. No, no, el motorino quedateló. Yo me voy caminando, así me despejo de las grapas”.
- Mirá, botija...
- Tengo más de 40.
- Mirá, botija, además de reaccionario...
- Estás mamado.
- Estoy recién levantado, y no tomé ni agua. Además de reaccionario, sos un atrevido. Bah, 2 cafés me tomé, botija, pero ésos no maman a nadie. Tenés un profundo mareo en el mate y en el alma. Tenés delirios de grandeza. Tenés la urgencia de ser original, y de trascender. Te ves forzado a hacer algo importante, aún si por eso vas en cana, o te consideran idiota, o te quedás en la calle. No podés evitar tirarte a remar contra corriente. No tenés paz, y querés divertirte. ¿Por qué, decime vos, no intentás otra cosa? ¿Por qué no investigás problemas no resueltos de matemática? ¿Por qué no te dedicás a la genética? ¿Por qué no te afianzas en el piano, mejor, botija?
- Porque es tarde, ya sabés. ¿Me vas a acompañar, entonces, Tomás?
- Te va a costar... El usufructo de un motorino, el de un celular de tarjeta, y los timbres.
- Y unas cuantas palizas que te voy a dar en las canchitas de enfrente al Polo, o en las del Parque Rodó.
- Pobre de vos...
- Y unos asados. Pero sin grapa, a partir de ahora.
- Pero, botija, el laburo lo vas a poner vos. Yo pongo la firma, y converso.

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